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home sweet home

Esta vez os traigo la transformación de un aparador que no acababa de encajar en nuestra nueva vivienda. No será la última vez que tendré que inventarme una «second life» para muchas de las cosas que están en el trastero y pululando por la casa, porque hemos conseguido atesorar una colección de mobiliario absolutamente inconexo al que antes o después le daremos salida.

Este aparador viene de otra casa, mucho más clásica y francamente no sabía donde ubicarla, así que me lancé a customizarla con un poco de pintura.

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Antes de empezar, lo primero que hicimos fue desatornillar los tiradores y proceder a lijar toda la superficie de la cómoda. Decidimos dejar sin tratar los bordes dorados, para que el contraste de los colores fuera aún mayor.

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Posteriormente pasamos a proteger el suelo con un trozo de moqueta y con papel las partes del mueble en la que no íbamos a intervenir para no tener sorpresas desagradables. Después marcamos con cinta de carrocero cada uno de los contornos de distintos colores de los que consta la bandera.

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La bandera ocupa la parte frontal de los cajones, la más vistosa, hemos prolongado las franjas por los laterales haciendo aparecer el rojo, el blanco y el azul también por los laterales. Decidimos dejar sin tratar la parte superior de la cómoda, ya que al ser un mueble situado en el recibidor, es frecuente que se dejen sobre ella a diario llaves, móviles… y la pintura sufriría. Así que decidimos lijarlo y aplicarle únicamente una capa de barniz satinado para proteger y mejorar su aspecto.

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Antes de que se seque completamente la pintura, hay que proceder a retirar la cinta de carrocero. Si se espera demasiado tiempo, se corre el riesgo de que la pintura salga con la cinta, produciendo un efecto no deseado, que habría que corregir posteriormente con un pincel pequeñito para que la superficie siga siendo lisa.

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Aquí un detalle del lateral. Para proteger todo el acabado final, después de dejarlo secar durante una semana, le di una capa de barniz mate a todo el mueble, incluso a las esquinas en las que no hemos aplicado ningún color.

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Después de dejar secar el barniz se vuelven a atornillar los herrajes y ¡voilá! ¡este es el resultado final!. La verdad es que me gusta mucho, ahora sólo me queda añadirle los accesorios que también tendré que customizar, aunque en esta casa nunca se sabe. Creo que acaba de llegar un plato tocadiscos recuperado que tal vez quede bien encima… ¡Veremos!